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Cocaína y Crack


Según los expertos, un consumidor recurrente de cocaína o crack puede llegar a tener una gran tolerancia a estas sustancias y cuando se habitúa al consumo de cocaína, parece que la persona está muy activa y despierta, aunque sólo sea de forma aparente. Al interrumpirse el consumo, la situación se complica, pues el adicto empieza a sentir los síntomas de la abstinencia muy rápidamente.

Al contrario del alcohol, el síndrome de abstinencia del crack está relacionado con sus conductas: puede comenzar con depresión, ansiedad y agitación que algunas veces se convierte en paranoia. Al avanzar la abstinencia por la falta de serotonina, hay un aburrimiento extremo, falta de motivación.

Al recordar los efectos de la cocaína o situaciones asociadas con esta droga, se produce un intenso deseo o ansiedad por volver a consumir y estas asociaciones provocan un nuevo exceso en el consumo. La forma más peligrosa de cocaína que existe es el crack, una combinación de cocaína y gasolina o ácido sulfúrico de donde se extrae una pasta que cuando se seca, se fuma en una pipa o se tritura para formar un cigarro.

A una euforia de cocaína le sigue a menudo un bajón que dura de 30 a 60 minutos o más, donde el consumidor se siente cansado, ansioso e irritado. El volver a consumir provoca un alivio inmediato de los síntomas y crea un ciclo de uso, evitando los efectos que no serán placenteros. Generalmente, mientras mayor sea la euforia, peor serán las consecuencias de ese desplome.


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